¿Os he dicho alguna vez que no me gusta la miel? Nada de nada. Es olerla y darme la vuelta el estómago. Y no es cosa de ahora. Ya de pequeña, el pediatra recomendó a mi madre que me "enriqueciera" la leche con un poco de miel, pues es innegable el gran número de propiedades beneficiosas que tiene. Pero ya con tan tierna edad, era arrimarme dicha leche "enriquecida" y cerrar la boca como si me la hubieran pegado con pegamento. Y os puedo asegurar que ya entonces mantener la boca cerrada ante comida no solía ser nada habitual en mí...
Pero si a alguno de vosotros os pasa como a mí (soy consciente de que no soy la única con esa manía, pues la miel o te encanta o no la soportas), no os preocupéis porque vais a poder probar estas magdalenas con total tranquilidad. Como he hecho yo. Y con lagrimones en los ojos. Pero lagrimones de lo buenísimas que están. Porque no saben nada a miel. En absoluto. Os lo digo yo que me he zampado dos una sin respirar. Por el control de calidad y tal...
Eso sí, si por el contrario sí que os gusta la miel, seguro que estaréis igual de encantados de comeros una de estas magdalenas e incluso podéis ponerles un poco más de miel por encima por si la que llevan dentro se os hace poca :)
Cuando este mes recibí la Degustabox el primer pensamiento que tuve fue "Madre mía, a ver cómo consigo guardar algo para preparar alguna receta!". Porque inmediatamente mis hijas se echaron encima y empezaron a repartirse las cosas. Y lo que mis hijas dejaron se lo agenció mi marido, léase las cervezas, que fueron al congelador para tomarlas esa misma noche.
Afortunadamente el bote de miel sobrevivió al reparto, y rápidamente lo guardé pensando en emplearlo en alguna receta pero que pudiera comer yo también, a pesar de mi poco gusto por la misma. Y como hacía tiempo que quería preparar unas buenas magdalenas como Dios manda, con su copete bien alto y su interior esponjoso y tierno, pues ¿por qué no probar a hacerlas de miel?
A día de hoy aún hay mucha gente que no conoce la diferencia entre cupcakes, muffins y magdalenas. Cuando preparas un cupcake te dicen "¡Eso es una madalena cuqui!". Cuando haces un muffin saltan "¡Eso es una magdalena gorda!" Pues no. Cada cosa tiene sus características. Un cupcake es una mini tarta individual decorada, con base de bizcocho plano y crema por encima. Los muffins suelen ser más compactos, con ingredientes más pesados o sólidos (como frutos secos, trozos de chocolate...), llevan menos levadura y podemos encontrarlos también salados. Y las magdalenas (tales como nosotros las conocemos, ya no hablo de las madeleines francesas) son suaves, esponjosas y con un alto copete característico.
Y veréis que conseguir una perfecta magdalena, suave y esponjosa y con ese alto copete no es nada difícil. No queremos que nos quede un pastelito plano como cuando vamos a hacer cupcakes, sino que queremos que suba, que suba mucho pero que no se desparrame. Pues seguid leyendo, que os doy la receta perfecta y los trucos para conseguirlo.
Magdalenas de miel
(Adaptada de Directo al Paladar. Para 12 unidades)
Ingredientes:
- 170 gr. de azúcar blanquilla, y un poco más para espolvorear
- 2 huevos L
- 110 gr. de aceite de girasol
- 190 gr. de harina de trigo
- 2 cucharaditas (tsp.) de levadura química en polvo
- 125 ml. de leche
- 35 gr. de miel
- 1 pizca de sal
Preparación:
- Tamizamos la harina junto con la levadura. Reservamos.
- Ponemos los huevos y el azúcar en el bol de la batidora de varillas, Batimos a velocidad alta hasta que blanqueen y doblen el volumen.
- Añadimos el aceite y la miel, y batimos de nuevo un par de minutos más, hasta integrar.
- Añadimos la mezcla de harina y levadura tamizadas, y la sal, y mezclamos suavemente hasta que esté todo bien integrado.
- Por último añadimos la leche y mezclamos de nuevo hasta conseguir una masa lisa y sin grumos.
- Tapamos el bol con film transparente y llevamos a la nevera mínimo un par de horas.
- Transcurrido ese tiempo, precalentamos el horno a 250º, calor arriba y abajo sin ventilador. Sí, 250º. No me he equivocado.
- Colocamos las cápsulas en una bandeja para cupcakes y las rellenamos hasta los 2/3 de su capacidad. Espolvoreamos un poco de azúcar por encima.
- Metemos la bandeja en el horno, bajamos la temperatura a 210º y horneamos durante 18-19 minutos.
- Sacamos del horno, dejamos atemperar un par de minutos dentro de la bandeja y después sacamos las magdalenas y las dejamos enfriar por completo sobre una rejilla.
Como habéis podido comprobar en la receta, en realidad los trucos para conseguir una masa tierna y esponjosa y con ese perfecto copete son muy sencillos:
- Batir muy bien los huevos con el azúcar para conseguir incorporar mucho aire a la masa.
- Preparar la masa con antelación y llevarla a la nevera al menos dos horas, para que se enfríe bien. Si está más tiempo no pasa nada, así que también podéis preparar la masa por la noche y hornearlas a primera hora. Desayuno perfecto!
- Hornear menos tiempo pero a una temperatura mucho más fuerte de lo normal para que el horno muy caliente en contraste con el frío de la masa haga que ésta suba mucho más rápido.
Os garantizo que el resultado es espectacular. Es de lo más esponjoso que he hecho nunca. Ligeras y tiernas, estas magdalenas son tan increíbles que parecen compradas, salvo que están hechas en casa y con ingredientes de calidad y controlados por nosotros. En Facebook colgué un video (muy cutrecillo, no os riais) fruto de mi emoción al ver lo esponjosísimas que quedan estas magdalenas. Podéis verlo aquí.
¿Os animáis a prepararlas? Espero vuestras opiniones!
Besos
Que maravilla de receta, buscaba una receta de madalenas y me encuentro está con truquis y una muy buena historia. Yo soy de las de cucharada de miel y leche para dormir. 🤗
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