No se si os he contado que en casa soy la rara a la que no le gusta la ensaladilla rusa. Es curioso, porque la verdad es que me gustan todos los ingredientes que la componen. Pero me gustan por separado, cuando se juntan no sé qué ocurre que no puedo con el resultado. La ensaladilla rusa no es para mí.
Algo parecido me ocurre con el gazpacho tradicional. En mi casa siempre se ha preparado con pepino, y es verdad que mi historia con el pepino se resume en un odio ancestral superior a mis fuerzas. No puedo con él, no soporto cómo huele ni como sabe, y sólo con que entre en contacto con algún alimento ya lo convierte en "comida non grata" para mí. Y como siempre he identificado el gazpacho con el sabor del pepino, estuve muchos años eliminando de mis veranos esta sopa fría tan refrescante.