Como muchos de vosotros ya sabréis, hace unos meses se inició el proceso de casting para un programa del canal de televisión Cuatro, dirigido por el gran maestro repostero Paco Torreblanca y con mentores del mismo nivel. Se trata de un concurso tipo Masterchef, pero exclusivamente de repostería, y se llamará Deja sitio para el postre. Por supuesto, al igual que todos, ví la publicidad en distintos medios, pero no hice demasiado caso, en primer lugar porque suelo huir de las cámaras en general (prefiero estar detrás), y en segundo lugar porque era leer los requisitos y entrarme una pereza...
Sin embargo, como también a muchos de vosotros os habrá pasado, mi costilla también vió la publicidad, y comenzó en mi casa una campaña de bombardeo del tipo "Pero no seas tonta, preséntate!" "Si no lo intentas nunca sabrás si puedes" "Nena, tu vales mucho", y ese tipo de cosas...
A pesar de tanta insistencia, me mantuve firme y no volví a acordarme de dicho programa hasta que, unas semanas más tarde, recibí un mail en el que una redactora de la productora del programa me mandaba información al respecto y me animaba a participar. Se me ocurrió comentarle la existencia de dicho mail a mi marido, con lo que conseguí que retomara su campaña y me hiciera dudar de mi firmeza. Total, que finalmente, medio para que se callara, medio porque ya me había picado el gusanillo, respondí al mail, y al día siguiente dicha redactora se puso en contacto conmigo para explicarme cómo iba a ser la cosa.
En resumen, de forma muy dicharachera y con quizás un exceso de entusiasmo, me explicó que se trataba de un concurso tipo Masterchef, que no iba a ser de convivencia, que las personas seleccionadas como concursantes finales pasarían un máximo de 2 meses asistiendo de lunes a viernes a clases y recibiendo formación de mano de los más prestigiosos reposteros del país, que se trataría como de un Master en pastelería, que los fines de semana podríamos pasarlos también en casa, salvo que por necesidades del rodaje o por determinadas promociones se tuviera que disponer también de sábados o domingos....
En fin, así a grandes rasgos parecía un proyecto interesante, así que me dejé convencer y envié todo lo que pedían: fotografía mía personal, fotografías de mis postres, un video elaborando una receta, y un cuestionario rellenado (en el que sólo faltaba que me preguntaran el grupo sanguíneo. Este cuestionario ya me empezó a molestar, porque muchas de las preguntas no tenían nada que ver con un programa de repostería y traspasaban la barrera de la vida íntima).
De todas formas debo reconocer que tampoco profundicé mucho más, en ningún momento se me ocurrió preguntarle más detalles sobre el funcionamiento y desarrollo del concurso. Como tampoco me veía con grandes posibilidades, no me importó demasiado. Además, era la primera vez que tenía contacto con algo relacionado con el mundo de la televisión (si exceptuamos asistir como público al Hablando se entiende la basca, con Jesús Vázquez, cuando yo tenía unos 12 tiernos añitos...), por lo que su funcionamiento me resulta completamente ajeno. Vale, sí, soy una ingenua, pero qué le voy a hacer. No voy a decir que estoy a la vuelta de todo cuando no es cierto, y menos que nada en este campo.
Finalmente la semana pasada dicha redactora volvió a ponerse en contacto conmigo para confirmarme mi participación en el casting ("Guay, nena, has superado esta fase, chachi, ya estás dentro del casting, yupiiiii!") que tras un cambio de fechas, se había trasladado a los días 11 y 12 de noviembre. Se nos pedía completa disponibilidad para ambos días, y si se superaba esa fase, sería necesario también tener disponibles los días 13, 14 y 15. Como aún me quedaba algún día de vacaciones, mi intención era presentarme el día 11, ver cómo estaba el patio y obrar en consecuencia.
Una de las cosas que más me llamó la atención esta última vez que hablé con la redactora, fue que me dijo que tuviera muy presente que la puesta en escena era lo más importante, que teníamos sólo tres minutos para presentar nuestro postre por lo que cuanto más memorable hiciera la presentación, mejor. Que si quería cantar o bailar, perfecto! ¿Perdón? ¿Cantar o bailar? ¿Esto es para el casting de Tu sí que vales o para un programa de repostería? Mis antiguos recelos volvieron de nuevo a aflorar, y temí que finalmente todo esto no fuera más que la preparación de un circo. Madre mía, si a mí los payasos dejaron de gustarme cuando tenía cinco años...
Cuando se lo comenté a mi amiga Ana, que para todas las cosas de la vida es mucho más sensata que yo, me dijo que en la tele en realidad lo que se buscan son perfiles de gente para que los espectadores se puedan indentificar con alguno de ellos: en todo concurso que se precie, independientemente de la temática, debe haber una guapa, un feo, un joven, un viejo, un gay, un incomprendido y un malo. A grandes rasgos, éstos son los perfiles que se buscan. Y ahí topaba yo con un problema, porque yo soy más de
perfil seta, es decir: yo hago postres, si te gustan, bien, si no, bien también. Pero no esperes que haga nada más para conseguir que te gusten... Por tanto, como mi perfil seta no estaba entre los habituales, partíamos ya desde una posición de desventaja... Y justo este lunes, Maria Jesús, de
Blog Appétit! escribía en su blog exactamente lo mismo, explicando los oscuros entresijos de la televisión. Ojalá lo hubiera leído el domingo, me hubiera ahorrado un tiempo que precisamente no me sobra...
Sin embargo me pasé todo el fin de semana planeando y preparando mi receta, pues se nos pedía que al primer casting lleváramos un postre hecho de casa. Pensando qué podría llevar que fuera original, con una presentación novedosa y que llamara la atención, pero sin tener que llegar al extremo de ponerme a cantar o a bailar para hacerlo destacar.
Finalmente, con todo preparado y metido en una maleta para poder terminarlo justo antes de que me tocara presentarlo, me fui el lunes prontito, acompañada por mi padre. Estábamos citados a las 8.45 en la Plaza de España (si, si, en la plaza, al aire libre, concretamente donde la fuente), y aunque llegué un poco antes allí me encontré a un nutrido grupo de personas que ya estaban esperando. Poco a poco fue llegando cada vez más gente, y al rato aparecieron los redactores de la productora, que nos fueron buscando cada uno a sus participantes para presentarse y explicarnos la "hoja de ruta". En ese momento nos dicen que teníamos que esperar a la presentadora, Raquel Sánchez Silva (que aún no había llegado) porque teníamos que grabar la entradilla del programa, y que después nos iríamos todos al hotel Mercure, en la plaza Santo Domingo, donde nos dividirían en grupos de mañana y tarde, para poder hacer las presentaciones de una forma ordenada. Hasta ahí todo razonable y correcto.
Sin embargo la presentadora no llegó hasta casi las 10 de la mañana, y sin maquillar ni peinar del todo. Considerando que el que menos llevaba casi una hora y media esperando de pie en la plaza, cargando cada uno con el postre y demás cachivaches que cada uno llevara para su preparación, y con un frío y una humedad de c****** narices al estar en la sombra y al lado de una fuente, me pareció la primera falta de respeto a los que allí estábamos. Pero esto no había hecho nada más que empezar.
Después de la grabación de unas diez o doce tomas de la entradilla, un poco hartos de tanto repetir las ovaciones al final del "Deja sitio para el postre!" gritado por la presentadora, y sin sentir los pies, entumecidos por el frío y la humedad, finalmente nos encaminamos todos hacia el hotel indicado. Sin embargo, antes de llegar, observamos que en realidad se está formando una enorme cola que recorre la Gran Vía subiendo desde bastante antes del Teatro Lope de Vega, girando por la calle San Bernardo y recorriéndola entera hasta el hotel Mercure, al final de la misma. Algo sorprendidos porque eso no era lo inicialmente explicado, nos colocamos no obstante en la cola, esperando que sea temporal, hasta conseguir acceder todos al interior del hotel.
Sin embargo, empieza a pasar el tiempo y seguimos en la cola. De vez en cuando, algún redactor recorría la calle armado con un megáfono, nombrando a algún participante en concreo, quien salía de la cola ovacionado y se encaminaba al hotel, suponemos que para poder presentar su postre. Sigue pasando el tiempo, y la cola no avanza en absoluto. Siguen nombrando a participantes, pero ante las preguntas hechas por gente que comienza a impacientarse, la mayoría de los redactores nos ignoran totalmente, y los que acceden a atendernos no saben dar una respuesta fiable: que si en unos minutos se van a formar ya los grupos, que si en un poco más nos van a dar un número para acudir a una hora determinada... Nada concreto, todo suposiciones.
Mientras tanto el tiempo sigue corriendo. Una hora, dos horas, tres... La cola permanece inalterable. Los nervios no. Algunos empiezan a protestar de forma más ostentosa, produciéndose algún encontronazo con algún redactor con poca paciencia. Hay que tener también en cuenta que todos llevábamos preparado un postre, y que la mayoría contenía cremas, natas o ingredientes cuya conservación óptima había quedado atrás después de tantas horas sin refrigeración. Eso independientemente de que la estética también se pudiera haber visto perjudicada por ello...
Los pocos redactores que se atreven a recorrer la cola siguen sin poder concretar qué va a pasar a continuación. Por fin, tras tantas horas de permanecer esperando, comienzan a pedir que los que venimos de Madrid nos salgamos de la cola; nos juntan a todos y de manera visiblemente improvisada nos comentan que, como hay muchos participantes que vienen de fuera de Madrid, y la mayoría dependen de AVE, avión... para volver a sus casas, es lógico que se les dé prioridad a ellos, puesto que los de Madrid tenemos más facilidad para volver en otro momento... (claro, yo vivo a la vuelta de la esquina y en diez minutos estoy aquí). Total, que mejor nos fuéramos a casa y volviéramos al día siguiente a las 9 de la mañana. O-O ¿Pero no sabían de antemano los participantes que iba a haber y de dónde venía cada uno? Que yo sepa, la gente no podía pasar por allí y decir : "Hombre, mira, están haciendo aquí un casting, me voy a presentar". En ese momento me doy cuenta de que en realidad todo esto ya lo sabían desde un principio, pero que les interesaba tenernos allí de esa manera para hacer bulto y conseguir sus imágenes.
Ante esta falta de comprensión por el estado de los postres al día siguiente, falta de respeto por las personas que llevaban tanto tiempo esperando, y falta de consideración por la ilusión, el trabajo y el tiempo perdido, muchos protestan y se dirigen enojados a los redactores, recibiendo a cambio un simple encogimiento de hombros: si quieres, vuelve mañana. Si no quieres, no vuelvas. Simple. (Traducción: Me importa un pito tu ilusión, tu trabajo, tus ganas y tu postre de mierda: tengo un programa que sacar adelante y 300 personas pegándose por participar en él; si tu no quieres, habrá otro que sí quiera).
Indignada ante esta actitud, me vuelvo a mi casa, donde descubro que a esas alturas la crema inglesa y la crema de mascarpone que llevaba mi postre hace ya tiempo que dejaron de ser salubres, por lo que, con gran dolor de mi corazón, tengo que tirarlo todo a la basura. Escribo mi estado de ánimo en Facebook, y entre otras muestras de ánimo y cariño,
Carmen me habla de un post de Dani, de
El Monstruo de las Galletas, y tras leerlo me quedo aún más alucinada. La verdad es que ni siquiera me había parado a pensar en qué pasaría en esos meses de grabación del programa, en caso de que finalmente resultara elegida. Pero parece ser que, a pesar de que los participantes que tuvieran trabajo tendrían que abandonarlo durante ese tiempo para dedicarse exclusivamente el programa, con la consiguiente pérdida de ingresos, la Productora no contemplaba el abono de ningún tipo de compensación o pago. Ni siquiera por derechos de imagen, puesto que al firmar el contrato se los estás cediendo. Parece ser que entienden que la formación recibida en ese tiempo es pago suficiente, y que además los concursantes deberían estar agradecidos de que no se les cobre nada por tener la suerte de participar. Y yo que pensaba que la esclavitud se había abolido hace siglos.... Total, que se supone que debes dar hasta dos meses de tu tiempo, a una empresa que va a obtener beneficios (publicidad, patrocinadores...) de ello, sin recibir nada a cambio, más que la manutención y esa formación? Disculpen, señores de Cuatro y de Magnolia TV, pero el recibo de la hipoteca me seguirá viniendo esos meses, y el banco no me acepta la ilusión como forma de pago. Mis hijas tendrán que seguir comiendo, y yendo al colegio, y mi coche seguirá necesitando gasolina para los desplazamientos. Es hasta problable que este invierno haga frío y que me vea obligada a poner la calefacción, caprichosa que es una. Se supone que debo pagar todo esto de mis ahorros, porque mientras trabajo para ustedes, no voy a tener absolutamente ningún ingreso? ¿Les van a decir eso también a los mentores del programa, al Sr. Torreblanca, a la presentadora? ¿O a ellos sí les van a pagar? Porque presentadores puede haber muchos, pero un concurso sin concursantes perdería mucho como programa....
La sensación final que he tenido es que las personas que nos hemos presentado no somos más que mercancía, material abundante y desechable, fácilmente sustituible, y del que se puede disponer en función de las necesidades concretas de un momento determinado. Sí, soy una ingenua. Diréis que debería haberlo sabido, que la televisión no es más que una caja de basura, que las personas no cuentan sino que son los intereses económicos y las audiencias las que mueven el cotarro. Pero qué queréis, prefiero no ser así. Cuando estudiaba filosofía siempre fui más de Rousseau ("El hombre es bueno por naturaleza") que de Hobbes ("El hombre es un lobo para el hombre"). No quiero ser una cínica, no quiero ver lo peor de la gente en todas partes. Aunque visto lo visto, por pura cuestión de supervivencia quizás debiera ser algo más cauta. En cualquier caso, como experiencia me ha enseñado a quedarme donde estoy, continuar con mi trabajo, con mis postres caseros, sin más aspiraciones que las de seguir divirtiéndome probando recetas nuevas, como hasta ahora, y contándolas después aquí, en el blog.
Después de toda esta parrafada (felicito a los que aún sigáis leyendo a estas alturas), sólo me queda desear mucha suerte a los que finalmente pasen el casting y resulten concursantes, y que la maquinaria de la televisión no les haga demasiado daño. A mí, desde luego, no me vuelven a ver el pelo en algo así.
Besos a todos.
Montes
Editado el 13 de noviembre: Además de los posts de Mª Jesús y de Dani, otras blogueras han contado su experiencia:
Diario de un trapo y Ana María de
Cuestión de ideas. Leedlo porque sobre todo Ana María pudo finalmente entrar a presentar su postre, y cuenta el penoso trato que recibió. Está claro que lo último que importaba era el postre que llevábamos...