Queda inaugurada oficialmente la temporada navideña. Ea. Ya está dicho. Y lo que me gusta a mí esta época... Que sí, que es cierto, que siempre protestamos por el consumismo excesivo, el frío materialismo que parece recubrir todo en estas fechas... Pero he llegado a la conclusión de que todas esas cosas en realidad dependen de nosotros. Si nosotros mismos no nos dejamos llevar por ese aspecto negativo y aparentemente inevitable, podremos disfrutar de una Navidad llena de lo realmente importante: las personas con quien compartirla, y los momentos con ellos.
Porque la verdad es que da igual que nos bombardeen con anuncios de juguetes, de comida o de lo que sea. Da igual que el mensaje subyacente sea "¡Compra!¡Compra!¡Compra!". Tenemos que ser capaces de ignorar esas voces machaconas y centrarnos en disfrutar de los pequeños momentos, esos que crean recuerdos, esos que pasados los años, al evocarlos, nos hacen volver a revivir sensaciones maravillosas y llenas de calor.
Esa es una de las razones por las que adoro la repostería, y especialmente la repostería navideña. No se trata sólo de preparar un dulce, sino de anticiparte al disfrute que van a experimentar las personas a las que está destinado. De ir imaginando los buenos momentos que vas a vivir compartiendo ese dulce con la gente que quieres. Es una doble satisfacción: satisfacción perparando los ingredientes, mezclándolos, dejando levar la masa, verla crecer, sentir el olor mientras se hornea... Y de nuevo satisfacción luego, cuando presentas el resultado ante todos y puedes disfrutar con ellos de lo bueno que ha quedado. No hay ningún regalo material comparable a eso. Y eso, al fin y al cabo, es lo mejor del espíritu navideño.
Kugelhopf. Bollo alsaciano de Navidad.
(Receta adaptada de Migas en la mesa. Para un molde de 10-12 tazas)Ingredientes:
- 350 gr. de harina de fuerza (la que yo he utilizado tiene 11 gr. de proteína)
- 20 gr. de levadura fresca (o 7 gr. de levadura seca de panadería)
- 7 gr. de sal
- 120 gr. de azúcar
- 1 cucharadita de canela en polvo
- 1/2 cucharadita de jengibre molido
- 1/2 cucharadita de nuez moscada
- 120 gr. de leche
- 4 huevos L
- 120 gr. de mantequilla pomada
- 60 gr. de pasas
- Ron, o licor al gusto, para rehidratar las pasas
- 12 almendras tostadas
- Azúcar glacé, para espolvorear
Preparación:
- Antes de todo, lo primero que hay que hacer es un par de horas antes de empezar, poner las pasas a rehidratar en el licor elegido (en esta ocasión yo he utilizado licor de avellanas, en vez de ron, y el gusto a avellanas que le aporta queda genial).
- Calentamos unos segundos al microondas una tercera parte de la leche y disolvemos la levadura fresca en ella. Reservamos.
- Ponemos la harina, las especias, el azúcar y la sal en el bol de la batidora, y las mezclamos un poco con una cuchara. Añadimos los huevos, la leche con la levadura disuelta y el resto de leche y mezclamos todo con el accesorio gancho. Amasamos unos diez minutos, hasta que veamos que la mezcla empieza coger algo de consistencia y a hacer surcos en la superficie. Es una masa muy líquida y en ningún momento vamos a conseguir que se despegue del vaso.
- Bajamos la velocidad de la amasadora e incorporamos la mantequilla poco a poco, sin dejar de amasar. Continuamos con el amasado hasta conseguir que la masa tenga una consistencia más densa. Como os decía, al ser una masa muy hidratada, no vamos a conseguir que se despegue del vaso, pero si continuamos amasando conseguiremos que adquiera más consistencia.
- Cuando tenga la consistencia deseada, por último añadimos las pasas, bien escurridas, y mezclamos todo bien para que se repartan por toda la masa de forma uniforme.
- Volcamos la masa en un bol, tapamos con film transparente, y dejamos levar hasta que doble de volumen, en un lugar alejado de corrientes (yo lo dejo dentro del microondas, apagado). Dependiendo de la temperatura de vuestra casa, tardará algo más o menos. En mi caso tardó unas tres horas en doblar de volumen.
- Cuando haya doblado, nos engrasamos ligeramente las manos con aceite de girasol y desgasificamos la masa.
- Colocamos una almendra en cada surco del fondo del molde (si vuestro molde no tiene surcos no pasa nada, podéis omitirlas o ponerlas después del horneado).
- Vertemos la masa en el molde (yo he utilizado el molde Kugelhopf de Nordic Ware, pero podéis utilizar cualquier otro molde de bundt o cualquier molde con un tubo central), repartiéndola uniformemente por toda la superficie. Volvemos a tapar con film transparente y de nuevo dejamos en un lugar resguardado para que vuelva a doblar de volumen.
- Cuando veamos que está a punto de completarse el segundo levado, precalentamos el horno a 190º, calor arriba y abajo con ventilador.
- Llevamos el molde al horno, sobre la rejilla del horno (no sobre la bandeja, para permitir que el aire circule por todas partes) y horneamos unos 30-40 minutos. Si durante la cocción vemos que se está tostando demasiado, podemos cubrir con papel de aluminio.
- Una vez terminada la cocción, apagamos el horno y dejamos el bollo dentro con la puerta abierta. Pasado ese tiempo, sacamos del horno, damos la vuelta sobre una rejilla, desmoldamos y dejamos que enfríe. Cuando esté frío, antes de servir, espolvoreamos con azúcar glacé.
- Este bollo aguanta perfectamente durante dos o tres días. Si por alguna casualidad os queda algo después de ese tiempo, se puede recuperar perfectamente pasándolo un poco por la tostadora.
Espero que esta maravilla de bollo dulce y ligeramente especiado típico de la región francesa de Alsacia y también de varias partes de Alemania y Austria os haya hecho tener ganas de prepararlo y compartirlo con las personas más importantes para vosotros. Porque entonces habré conseguido no sólo que hagáis un postre, sino que habré logrado que creéis un nuevo recuerdo.
Muchos besos!
Montes no veo la medida del azúcar para incorporar a la mezcla de los sólidos. Gracias.
ResponderEliminarTienes razón, no estaba puesto! Muchísimas gracias por avisar, ya está corregido!
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