Pues sí, queridos amigos, ya estamos en octubre. Un octubre extrañamente cálido (al menos aquí en Madrid), pero octubre al fin y al cabo. Yo lo he estrenado con la gripe más virulenta que recuerdo desde que tengo uso de razón, y que me ha dejado en cama prácticamente sin moverme la última semana enterita. Pero todo tiene un final, afortunadamente, y ya empiezo a notar cómo la cosa remite, gracias a Dios.
E independientemente de virus varios o de temperaturas inusuales, octubre es un mes que los alemanes, como grandes conocedores de lo bueno de la vida (léase, cerveza, al menos para ellos), aprovechan para celebrar en Múnich uno de los festivales más populares de toda Europa: el Oktoberfest. Que aunque literalmente significa "fiesta de octubre", en realidad se celebra desde finales de septiembre y dura unos 18 días. Más de dos semanas de consumo ilimitado de cerveza, entre otras especialidades gestronómicas locales, han hecho de este festival uno de los más exportados a otros países, y hoy en día es posible ver celebraciones del Oktoberfest en lugares totalmente insospechados, como en Japón o Brasil.
