Dice el dicho que, si la vida te da limones, haz limonada. Pues algo así es lo que me ha pasado esta semana. Mis padres han recogido la "cosecha" de su mini-albaricoquero, y está la casa llena de cajas de albaricoques: hay más que en Mercamadrid! Parece mentira con lo pequeño que es el árbol, la cantidad de fruta que ha dado.
Además, son unos albaricoques de una calidad extraordinaria, con un intenso sabor que ya no encuentras en los que se compran en el súper. Por supuesto, mis padres no han utilizado abonos químicos ni han fumigado el árbol, por lo que el aspecto de los frutos no es tan perfecto como los comprados. Pero puedo aseguraros que el sabor es incomparable.
Pero claro, con una cantidad tan grande de fruta, repartes entre vecinos y amigos y aún así no puedes comerte todo lo que queda, así que la solución es obvia: hacer mermelada. Mi madre en su casa habrá preparado tropecientos botes, y con los albaricoques que yo me traje a la mía me he puesto a hacer lo mismo.
Sin embargo, como llevo una semana a dieta (de nuevo, snif) y esperando que ésta sea la refinitiva, he querido probar a hacer una mermelada sin azúcar, apta para dietas hipocalóricas y también para diabéticos.
El azúcar en las mermeladas y confituras no sólo se añade para endulzar, puesto que la fruta ya contiene suficiente azúcar (fructosa) como para que resulte dulce. En realidad el azúcar cumple aquí dos funciones. Por un lado, es conservante, puesto que al absorber la humedad de la fruta evita la proliferación de bacterias y microorganistmos, y facilita así una mayor duración de la preparación. Y por otro lado, precisamente también por absorber el líquido, favorece la gelificación de la fruta, con lo que conseguimos que la mermelada tenga una textura más espesa.
Sin embargo, cuando pretendemos hacer una mermelada sin uno de los dos ingredientes principales, y precisamente el que le da la textura y facilita su conservación, debemos buscar otra alternativa para conseguir un resultado por lo menos similar.
Sin embargo, cuando pretendemos hacer una mermelada sin uno de los dos ingredientes principales, y precisamente el que le da la textura y facilita su conservación, debemos buscar otra alternativa para conseguir un resultado por lo menos similar.
En este caso he recurrido a un espesante natural, el agar-agar, para conseguir una consistencia similar, pues de otra manera la mermelada nos quedaría demasiado líquida. El agar-agar es una gelatina vegetal de origen marino que se obtiene de varias especies de algas. Tiene un poder espesante diez veces superior al de la gelatina normal, con lo que hay que ser cuidadoso con las cantidades y respetar las que se indiquen en la receta que se esté elaborando. La palabra “agar” viene del malayo agar-agar, que significa jalea.
El agar-agar ya se puede encontrar fácilmente en casi todos los supermercados, casi siempre en forma de polvo, aunque se comercializa también en fibras, con forma de copos, de cápsulas... Yo he utilizado los sobres de polvos.
El agar-agar ya se puede encontrar fácilmente en casi todos los supermercados, casi siempre en forma de polvo, aunque se comercializa también en fibras, con forma de copos, de cápsulas... Yo he utilizado los sobres de polvos.
El agar-agar hay que disolverlo previamente en un líquido frío, para después añadirlo a la mezcla que se pretende espesar y calentarlo, pues se activa a partir de los 85º. Tiene la ventaja sobre la gelatina normal que, a diferencia de ésta, puede gelificar mezclas ácidas, y como muchas recetas de mermeladas contienen zumo de limón, conseguimos mejor resultado con el agar-agar que con otras gelatinas. También nos permite presentar gelatinas calientes, pues gelifica incluso en caliente, a diferencia de la gelatina normal, que hay que dejar enfriar para que tome consistencia. Además es apta para veganos al no tener un origen animal.
Esta mermelada la he preparado con Thermomix, porque, como siempre, me resulta mucho más fácil. Pero se puede hacer de igual manera, con los mismos ingredientes, en un cazo a fuego medio y removiendo de vez en cuando con una cuchara de madera, para que no se queme.
Mermelada de albaricoque sin azúcar
(Receta adaptada de Velocidad Cuchara)
Ingredientes:
- 1 kg. de albaricoques, pesados una vez limpios y deshuesados (no hace falta pelarlos)
- 20 ml. de zumo de limón
- 200 ml. de agua
- 4 gr. (2 sobres) de agar-agar
- Edulcorante (al gusto)
Preparación:
- Lavamos y deshuesamos los albaricoques. Reservamos.
- Ponemos en el vaso el agua y el agar-agar y programamos 4 minutos, varoma, vel. 1.
- Agregamos los albaricoques y el zumo de limón. Programamos 15 minutos, varoma, velocidad 2. Terminado el tiempo, comprobamos la consistencia, que dependerá también de la cantidad de agua que contuviera la fruta utilizada. Si ha quedado demasiado liquída, podemos programar de nuevo otros 5 minutos a la misma temperatura.
- Una vez conseguida la textura adecuada, añadimos el edulcorante que prefiramos (yo he utilizado 30 ml. de edulcorante líquido, que es una mezcla de sacarina y ciclamato sódico, pero podéis utilizar el que queráis, incluso se puede endulzar con sirope de agave o con miel, aunque en este caso también aportaría sabor). Podéis añadir más o menos cantidad, en función de que prefiráis la mermelada más o menos dulce.
- Vertemos la mermelada en botes previamente esterilizados, los tapamos y los dejamos boca abajo, para que se haga el vacío.
Hay que tener en cuenta que, al no llevar azúcar, la duración de esta mermelada será menor que la de una mermelada normal. Sin embargo, si la vais a tomar inmediatamente o si la vais a repartir para que se la tomen otros, no habrá problemas.
Espero que os guste!
Besos!
Montes
holaaaa!
ResponderEliminarRiquísima!! Muchas gracias
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